MIÉRCOLES EN ASIA: Oasis, de Lee Chang-dong

[[Crítica de @marckwire21]]


Oasis es, a día de hoy, la mejor película realizada por el director coreano Lee Chang-dong en toda su breve pero interesante filmografía. En ella encontramos grandes títulos como Peppermint Candy, cinta anterior a Oasis e interpretada entre otros por Moon So-ri y Sol Kyung-gu, que son los mismos protagonistas de este drama romántico con toques surrealistas. De las 5 películas rodadas por Chang-dong, recomiendo, al margen de esta joya llamada Oasis y la citada Peppermint Candy, el que de momento es su último trabajo, Poetry, una verdadera delicia de principio a fin. Oasisfue el film que dio fama a este gran contador de historias coreano y por el que recibió innumerables premios, más de 20, siendo 6 de ellos para su actriz principal Moon So-ri. Dolorosa como la vida en ocasiones, Oasis de Lee Chang-dong es un drama romántico repleto de surrealismo, ilusión e insensibilidad humana. La belleza está en el corazón del que ama.
La trama nos lleva a conocer a Jong-du (Sol Kyung-gu), joven afectado de una leve discapacidad psíquica justo el día que sale de la cárcel tras haber sido encerrado por un atropello y fuga. Sus pensamientos, extrañas miradas, comportamientos y motivaciones le llevan a casa del señor que atropelló con la intención de pedir disculpas a los familiares. Una vez allí, el hijo mayor, alarmado y exaltado por la situación echa a Jong-du de la casa. En dicha casa también habita la hija pequeña, Gong-ju (Moon So-ri). Gong-ju también padece una enfermedad como el chico, salvo que la de ella es mucho más grave, sufre parálisis cerebral. Jong-du queda prendado de Gong-ju en cuanto la ve. Ella vive en un desordenado y sucio apartamento cuidada por una vecina a la que su hermano paga regularmente y, al margen de lo que sucede fuera de su bizarra historia de amor y de sus peculiares visiones del mundo, ambos son usados, literalmente, por sus familias para su propio beneficio. Aun así, esa inocencia que les otorga su enfermedad y ese amor que ambos viven, les servirá de barrera para afrontar cualquier contratiempo. Nada podrá conseguir que las ganas de vivir que los dos se han despertado mutuamente cesen jamás.

En mayor o menor medida, todas, y cuando digo todas, es todas, todas las películas tienen ese algo que las hace especiales o únicas, o distintas, sea para bien o para mal. Por suerte en este caso, es para bien. Si hay algo que uno no olvida al ver Oasis es sin duda la tremebunda interpretación de Moon So-ri, digna de Oscar y de cualquier premio o estatuilla que se le quiera entregar, se las merece todas y cada una de ellas. Da igual que uno no esté predispuesto, que haya visto miles de historias de amor dramáticas, o miles de dramas románticos, cualquier actuación parecida a la de Moon So-ri simplemente, no existe. Es capaz, no solo de hacerte dudar si de verdad padece esa parálisis sino que usando nada más que sus ojos conoceréis todos y cada uno de los sentimientos y pensamientos que corren por el cuerpo maltrecho de Gonj-ju. Impresionante. El espectador queda encogido en su asiento, perplejo, con el pensamiento de ¿estará realmente actuando? Solo por su actuación ya vale la pena ver la película. Brutal. El trabajo de Sol Kyung-gu como Jong-du es realmente admirable, pensamientos infantiles, inconscientes, gestos nerviosos o tics continuos que ponen al espectador nervioso al no saber cuál será su próxima reacción respecto a Gong-ju cuando ambos están juntos y a ella su parálisis cerebral la impide moverse como una persona normal. La actuación de Moon So-ri lo eclipsa todo pero son, en esas escenas juntos, cuando vemos el mejor perfil interpretativo de Sol Kyung-gu y las verdaderas intenciones de su personaje.
Chang-dong nos muestra sin abusar de ello lo miserable que puede llegar a ser el ser humano, incluso entre integrantes de una misma familia. Desprecios, insultos, dejadez, ignorancia, prejuicios, el director coreano no se centra únicamente en la enfermedad y sus desgracias sino que va mas allá, no se excede mostrando a Moon So-ri y su parálisis, el realizador está más empeñado en que el espectador entienda y comprenda la historia de amor que tiene delante, una historia de amor pura, amor en su estado más inocente. Chang-dongsabe aplicar humanidad a sus películas y así lo ha demostrado a lo largo de su carrera, con historias que en un principio pueden parecer extrañas o difíciles de suceder pero que tratadas de una forma clara y sin engaños son capaces de hacerte creer todo lo que pasa en ellas. Incluso el surrealismo se da cita en Oasis, con escenas que bien podría haber firmado el propio David Lynch.
El final es una delicia, desprende ganas de sentir, de vivir, de amar, ganas de querer con esa intensidad que ilusiona tanto. 130 minutos que pasan sin dejar que el espectador parpadee: encantadora, sobrecogedora, perfecta e ilusionante, Oasis es dolorosa como la vida misma, como es el amor a veces. Imprescindible.
Lo mejor: la brutal y magnífica interpretación de Moon So-ri.
Lo peor: nada.
Título: Oasis
Director: Lee Chang-dong
Guión: Lee Chang-dong
Fotografía: Yeong-taek Choi
Año: 2002
Duración: 132 min.
País: Corea del Sur
Productora: UniKorea Pictures
Reparto: Sol Kyung-gu, Moon So-ri, Ahn Nae-sang, Ryoo Seung-wan, Chu Kwi-Jung

MIÉRCOLES EN ASIA: Confessions o la maldita arrogancia formal

Título: Confessions

Director: Tetsuya Nakashima
Guión: Tetsuya Nakashima (Novela: Kanae Minato)
Fotografía: Shoichi Ato, Atsushi Ozawa
Año: 2010
Duración: 106 min.
País: Japón
Productora: DesperaDo / Hakuhodo DY Media Partners / Licri / Nippon Shuppan Hanbai (Nippan) K.K. / Sony Music Entertainment / Toho Company / Yahoo Japan
Reparto: Takako Matsu, Masaki Okada, Yoshino Kimura, Yukito Nishii, Kaoru Fujiwara, Makiya Yamaguchi, Soichiro Suzuki, Kinuwo Yamada, Ai Hashimoto

Crítica de @PauGarcia179

‘Confessions’, dirigida por Tetsuya Nakashima, es una película japonesa multipremida en su país (Mejor película, director, guión y montaje) con una buena recepción crítica. Todo eran señales positivos para encontrarme con una gran película de género, un buen thriller asiático de los que no se hacen en Occidente. Nada más lejos de la realidad.
Una profesora les cuenta a sus alumnos que deja la escuela y que sabe que dos de ellos asesinaron a su hija. También les informa que ya ha empezado su venganza contra ellos. Todo muy normal en la típica clase japonesa.
Habría que poner un límite permitido de planos a cámara lenta
El principio de la película puede llegar a hacerse claustrofóbico porque tiene la clase como única localización. Sin embargo, esa sensación tampoco tiene que ser negativa si era eso lo que el director quería transmitir. Al fin y al cabo, estamos hablando de una clase de niños que acaban de enterarse que dos de sus integrantes son asesinos: la atmosfera asfixiante era casi obligatoria. Para conseguir esas sensaciones, el director utiliza la cámara lenta y va insertando planos de nubes o de pasillos vacíos. Eso puede estar bien al principio, pero llegados a los 20 minutos de película, cuando el director abusa de estos recursos, el espectador puede perder la paciencia. Y es que el metraje avanza y el director, convencido de su distinguido y sofisticado estilo, vuelve a insistir una y otra vez con la maldita cámara lenta y esas imágenes de nubes que aparecen cada cinco minutos.
Lamentablemente, su excesiva arrogancia formal no es el único problema, porque el guión es estúpido y hasta ridículo. La venganza que perpetra esa profesora está tejida a base de coincidencias inaceptables y claro, si los protagonistas nos importan tanto como el cine de Albert Serra y la película no ofrece nada más, no estaremos dispuestos a tolerar las casualidades del guión. Puedo aceptar que sea un relato oscuro, con asesinatos y violencia, faltaría más, pero los personajes carecen de hondura psicológica y, o bien son unos malditos psicópatas, o están como una regadera. No he estado nunca en Japón y admito que no soy un gran conocedor de su cultura, pero creo que en las clases normales de este país no encontramos niños tan jodidamente locos como los aquí se retratan. Con unos personajes tan poco interesantes y creíbles, asistimos indiferentes al cruel destino de alguno de ellos servido con extrema violencia y otra vez con esa pretenciosa e insoportable cámara lenta.
Fotograma de uno de los 3000 planos de nubes que aparecen en el filme
Aquellos que se sientan cautivados por el estilo y la atmósfera que propone el director quizás lleguen a tolerar esta historia tan inverosímil, pero los que, como el que esto escribe, se sientan indignados ante esta arrogancia formal que propone Nakashima, odiarán esta película. Porque ‘Confessions’, además, tiene otro problema (sin importancia, comparado con el guión y el estilo), y es la más absoluta falta de ritmo. Obviamente, no ayudan ni la cámara lenta ni los planos de nubes o pasillos vacíos, pero esa estructura a base de confesiones y la monotonía de los discursos de algunos personajes (especialmente el de la profesora) acaban de matar cualquier atisbo de ritmo en la narración. 
Confessions’ es una soporífera película con una insoportable arrogancia formal y un pésimo guión, pero también es un filme avalado por la crítica que arrasó en los premios de la Academia japonesa. Así que podéis fiaros de mí y huir de esta película, o podéis confiar en el contrastado criterio de la prensa internacional y de la Academia y arriesgaros a ver este película. Pero que conste que os he avisado, insensatos. 
Lo mejor:
Lo peor: la cámara lenta, los planos de las nubes, guión inverosímil